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jueves, 30 de mayo de 2019

Pasajes sincrónicos


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 Al final los tramites terminaron rápidos y me encontraba en la ciudad, cuando todavía faltaban 4 horas para que el próximo tren destino a mi pueblo de parada en esta ciudad, tendría que empeñarme en cómo gastar mi tiempo para que se haga la hora. Me deje llevar por una relajante caminata.
 La simetría de la ciudad apuntaba a una plaza en la cual se encontraba una iglesia, al parecer era centro de referencia, pues todos los negocios de su alrededor apuntaban únicamente a los mismos objetivos de la iglesia, llegar a más personas. Pero no me preguntes cómo porque aún no recuerdo con lujo y detalle la construcción histórica que me planteaban, simplemente me encontraba como en cualquier recorrido casual que lo único que destacaba eran las grandes construcciones de adoquines junto con la iglesia de arquitectura gótica que lograba tocar las nubes.
 Caminé por la plaza, dispuesto a preguntar acerca de algún atractivo en el cual gastar energía, afortunadamente encontré un guía paralelo a la iglesia que promocionaba unos folletos sobre la nueva orientación cristiana. Me acerque y pregunte por la ciudad y sus puntos referentes, de allí sus palabras derivaron de restaurantes hasta muelles, aunque lo que más me llamo la atención era la biblioteca de la ciudad, no soy gran fan de la lectura pero la curiosidad le ganaron a mis pasos y otra vez me encontraba frente a otra construcción bestial, de tamaño impresionante, quiero decir, una biblioteca.
 La biblioteca tenia forma de una construcción antigua, para la época que corre. En su entrada posaban dos búhos sobre los pilares del portón que hacían suficiente advertencia como para saber que si te escapabas con un libro aquellos te perseguirían hasta conseguir tu muerte.
 La puerta era gigante, y precisabas una gran cantidad de valor para tocarla, era como interrumpir el descanso de la casa, de pronto la gran puerta se abrió, una señora de pocos amigos me recibió con una cara de disconformidad y me dijo que la biblioteca cierra las puertas a la noche, luego de esa hora no me dejaría entrar ni salir.
 La gigantesca sala de estar era suficiente como para albergar a más de mil personas, creería que los arquitectos que diseñaron este lugar no se encuentran descansando en paz.
 Tonos oscuros y baja iluminación era el punto perfecto que te hacía diferenciar entre una biblioteca normal y una extravagante, como si fuera de otro mundo o de fantasía. Recuerdo que la biblioteca tenía más de diez pisos y cientos de pasillos en los cuales perderse, la baja iluminación jugaba con el ambiente dejando a exposición solo los libros. Como niño me quede en el centro de la casa, con cara de asombro dando giros, mirando a cada una de las estanterías del lugar, prometiéndome dejarme llevar por las portadas de los libros más ocultos de la Tierra. Podría continuar narrando que fue lo que me encontré allí, pero eso quedara para otro episodio, por el momento solo pase tiempo en la biblioteca hasta que se hizo la hora de la llegada del tren de la tarde que me llevaría de regreso a mi pueblo natal.
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 Autor: (c) Maximiliano A. Palavecino
Fragmento de su próximo libro: Pasajes Sincrónicos





2 comentarios:

  1. Gracias Maximiliano, me impresiono mucho esa metafora de cuan inmensa era aquella puerta, ..."La puerta era gigante, y precisabas una gran cantidad de valor para tocarla, era como interrumpir el descanso de aquel edificio"...

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  2. Amo la forma en la que narras situaciones tan simples como esperar un tren en una biblioteca y le das un toque mágico. Haces q mi mente imaginé cada detalle del lugar y le das tal detalle que podría hasta pensar que estoy ahí :3 simplemente hermoso

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