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jueves, 30 de mayo de 2019

Pasajes sincrónicos: "Tren de hielo"


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 Aquella noche era fría, el viento se encontraba furioso, como siempre tendré que esperar al tren que me llevara a mi pueblo. Estaba solo en la estación, sin la posibilidad de protegerme por un reparo, solo me quedaba calefaccionar mis manos con mi boca, mis ropas se encontraban húmedas. Los arboles dejaban caer pequeños cristales y sus puntas permanecían centellantes, la luna revelaba las intenciones de los arboles, seres que pernoctaban por un momento de tranquilidad, ya que el viento les impedía dormir, por un momento pensé "Nos rendimos tan fácilmente mientras que ellos luchan para que nosotros también lo hagamos" al fin y al cabo sus motivos están lejos de ser tan nobles a los nuestros. Mire mis manos, pálidas por el frio y encontré una respuesta que podría refutar aquel pensamiento, quizás nosotros luchamos por sueños, metas tan absurdas e imposibles que ni se comparan a las de un árbol que da su vida por prosperar otras, pero lo que realmente importa no es el final, es la capacidad de poder recolectar sus frutos por el camino, los valores, los sentimientos, realmente uno es rico en maravillas y no lo sabe...
 Ruidos feroces empiezan a revelarse a lo lejos con una interrumpible bocina que despierta a cualquiera que se haya dormido en el refugio del pensamiento, como fue mi caso. La maquinaria compleja del tren detuvo toda la carga que llevaba y consigo se abrieron las puertas de los vagones del cual nadie salió, (era de esperarse de una noche tan fría y oscura) sin que mi paso sea interrumpido proseguí a dar mi boleto en la entrada y subir a aquel tren que tenía un tono desgastado, su uso frecuente revelaba su buen andar con el paso de los años, todo esto me llevo a pensar de que hoy no es más que un tren solitario. Me encontraba allí sobre la ventana del tren, descansando la vista en el paisaje, pensando en el trabajo, no podía relajarme en ningún momento, mis pensamientos no me lo permitían. Observaba el paisaje con cierto rencor, me vi a mi mismo en la ventana cuando cruzamos por las luces de la ciudad, imaginen la cara de sorpresa que puse cuando me di cuenta de que no estaba solo, que esto es un guion entre Maxi y yo. Pasada la hora el tren seguía su rumbo, me deje llevar por el frío y me concentre en el exterior, siendo un copo de nieve errante que acompañaba el tren, por no decir que la luna brillaba tan poco, y como si fuera adrede, el invierno no conoce acerca de colores y solo pinto todo de blanco porque el invierno desconoce la paleta que pintaría al menos una rosa, solo pinta sus sentimientos que me acompañan en este viaje de regreso a mi lecho de sueños.

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Autor: (c) Maximiliano A. Palavecino
Fragmento de su próximo libro: Pasajes Sincrónicos




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